El colapso turístico que sufrió el Parque Nacional de los Picos de Europa el pasado verano ha sido una señal. Otra señal de este aciago año 2020. Y sin embargo parece que estamos empeñados en no aprender nada. El Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) que acaba de informarse favorablemente en el Patronato del Parque Nacional celebrado hace unos días es un paso adelante. La cuestión es hacia dónde. En opinión de los grupos conservacionistas, hacia un modelo de Parque Nacional basado en la promoción de un turismo de masas y un deporte de intenso carácter competitivo y comercial. Es cierto que la redacción ha recogido mejoras. Se desechan, por ahora, teleféricos y remontes mecánicos, se acotan zonas incendiadas, se aclara la redacción técnica en algunos puntos… pero también es cierto que se arrastran viejas “recetas” (quemas, desbroces, “controles” de lobos) que, además de los graves problemas de conservación que plantean, se han mostrado ineficaces para resolver las dificultades que sufren significativos sectores de la población local como son los ganaderos.
Dificultades que este PRUG parece no querer abordar desde otras aproximaciones. Pero la verdadera apuesta está en el turismo al que hacíamos referencia y que conduce al Parque Nacional hacia un gran parque temático: carreras de montaña, ampliación de refugios y apertura de rutas, tránsito abierto para empresas turísticas y de transporte, la irrupción de las bicicletas -y ahora también las eléctricas-, barranquismo, la reutilización de cabañas para usos no ganaderos… Y la presión en ese camino continua. En el mismo Patronato se hicieron nuevas reclamaciones en esa línea. Sin embargo, los verdaderos instrumentos de gestión del Parque, la determinación de la capacidad de acogida de visitantes de los diferentes sectores, las cargas ganaderas convenientes o la elaboración del Plan de Desarrollo Sostenible carecen del presupuesto necesario para su desarrollo (sobre un total de 16,5 millones de € previstos). Es ir a la distribución de los dineros para ver los verdaderos propósitos.
No nos engañemos, el movimiento conservacionista no defiende unas posturas extremistas frente a otras mientras que la administración busca el término medio. No construyamos falsos dilemas. De lo que se trata es de cumplir con los compromisos, también legales, que con la conservación tiene un Parque Nacional y de compatibilizar esos objetivos con los de garantizar y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Sí, y eso también incluye promocionar la visita al Parque, pero ligándola a la reconexión con la naturaleza, a una educación sobre los procesos naturales (y culturales) que ocurren en el territorio, más observadora y reflexiva. En definitiva, más ligada al bienestar y la salud física y emocional del visitante. Que de esto último el 2020 también nos está diciendo algo.
Javier Naves – Representante de las asociaciones y entidades conservacionistas en el Parque Nacional de los Picos de Europa