Cuitando, o las mentiras de toda la vida

Andamos estos días muy entretenidos por Asturias, a cuenta de la prohibición a los vertidos de purines en campo abierto.

Infinidad de voces se alzan ahora que parece que, por fin, se va a poner freno a algo tan nocivo. Nocivo y nada típico, nada tradicional, que no nos engañe nadie. Cuchar, o cuitar, sí se hizo durante muchos cientos o quizás miles de años. Abonar con estiércol seco mezclado con restos vegetales, de cuando las camas del ganado en la corte se hacían con rozo. De ese rozo mezclado con el estiércol se obtenía el cuito, un abono de excelente calidad. Pero desde la introducción de las cuadras «modernas», con parrilla y que se limpian a manguerazo, se acabó el rozo (y las camas vegetales del ganado, que la mayoría descansa sobre hormigón) y se acabó el cuito. El estiércol licuado va a parar a grandes fosos que se vacían con cubas, y desde estas se riega allá donde cuadra, no necesariamente en fincas privadas (de vertidos en ríos y otros espacios se sabe bastante).

En definitiva, que los que defienden ahora las cubas de purines con el argumento de «lo de toda la vida» dejen de comernos la moral. Si quieren recuperar “lo de toda la vida”, que se vuelva al rozo y se cuite como de aquella; que se mantenga al ganado caliente en la corte; que se vaya a la hierba y se seque, y que no se mantenga en esos horrorosos sacos de silo que salpican el paisaje y luego dejan toneladas de restos de plástico; que no se corte el rabo a las vacas para que no se manchen de mierda; que los xatos mamen de la madre; que no exporten reses en barcos a Oriente Próximo…

Que a nadie extrañe que en cuatro días esto todo también sea defendido como «de toda la vida».

Ernesto Díaz

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1 Comentario

  1. Jun angel

    Excelente reflexion para que se sea hipocrita con lo que es tradicional de toda la vida

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