¿Por qué hay todavía lazos, venenos y cepos en nuestros montes?
La caza y la pesca son hoy en día actividades de ocio, fácilmente accesibles para quien desee practicarlas. Sin embargo, en la Cordillera Cantábrica se siguen produciendo muchos actos de furtivismo, delito silencioso y silenciado. A menudo, esas acciones furtivas se producen en el transcurso de actividades caza y pesca autorizadas. Cada año son tiroteados osos y otras especies amenazadas en cacerías autorizadas, especialmente en batidas de Jabalí.
Articulo 336 del Código Penal:
El que cace o pesque empleando medios explosivos u otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva para la fauna -lazos, cepos y venenos-, será castigado con la pena de prisión de 6 meses a 2 años o multa de 8 a 24 meses. Si el daño causado fuera de notoria importancia —especies o espacios protegidos— se impondrá la pena de prisión antes mencionada en su mitad superior.
El silencio del monte suele ser el único testigo de esas acciones, que afectan a buena parte de la fauna salvaje cantábrica. El furtivismo no afecta sólo a las especies cinegéticas; tampoco se libran de él las especies protegidas. Sirva de ejemplo el oso pardo, a menudo símbolo y reclamo de la naturaleza cantábrica: entre 2000 y principios de 2017, de 32 casos de mortalidad conocidos, 8 osos murieron envenenados, 7 por armas de fuego y 3 por lazos; otros 11 por causas desconocidas.
Lazos, cepos y venenos: herramientas ilegales, crueles e indiscriminadas, que ocasionan muertes, lesiones o amputaciones a la fauna en general. En un periodo de sólo 6 años, los agentes del medio natural de Asturias retiraron 1.147 lazos del campo, todos ellos situados en áreas habituales de oso pardo. El uso del veneno ha estado ligado históricamente a la eliminación de predadores. Su carácter no selectivo y devastador lo hace actualmente injustificable, pero siguen apareciendo en el campo la temida estricnina, los raticidas y los productos fitosanitarios, sobre los que es necesario aumentar los controles – comercio, tenencia y uso— por parte de la Administración. Todos ellos producen muertes agónicas en las víctimas, y provocan efectos en cadena, impredecibles y acumulativos. Igualmente execrables son algunos episodios de pesca furtiva en los ríos, en los que se utiliza electricidad y productos tóxicos como la lejía. O la persecución ilegal de especies ligadas al medio fluvial, como los cormoranes grandes y las garzas reales. La colaboración, compromiso y responsabilidad del colectivo de cazadores y pescadores resulta imprescindible para erradicar esta lacra que, a pesar de mensajes de cierto optimismo, sigue representando un problema de primera magnitud.
Por desgracia estos actos son difíciles de detectar. Es precisa la colaboración ciudadana y mucha mayor implicación de las administraciones públicas, incrementando los medios de vigilancia, tanto humanos como técnicos.
Tu colaboración puede ser útil para combatir estas prácticas delictivas. Si encuentras lazos, cepos, indicios de venenos, u observas actos de caza o pesca ilegales, puedes contactar con el servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), en el 062. También puedes usar el teléfono general de emergencias, 112. Recuerda que no debes tocar nada para no interferir con una eventual investigación. Si es posible, toma fotografías de los hechos y del entorno, y referencia precisa de la ubicación.